El día empezó con mucha excitación debido ha algo que iba a poder hacer temprano en la mañana y que había comenzado desde hacía unos cuantos días y se me confirmó la noche anterior.
Llevaba semanas esperando por la cena de Acción de Gracias y tenía muchas ganas de expresar mi gratitud al Señor por todo lo que Él nos ha dado.
A diferencia de la Navidad y la Pascua (que se conmemora el nacimiento, la muerte y la resurrección de Jesús), la celebración anual de Acción de Gracias no viene directamente de un evento específico en la Biblia.
Pero viene indirectamente de la Biblia – porque la gente empezó esta tradición cada año uniéndose para dar gracias a Dios por sus bendiciones.
Hoy en día es importante reservar un tiempo como este para reflexionar sobre la bondad de Dios para nosotros. No importa lo que esté pasando ahora mismo, Dios nos ha bendecido mucho más de lo que probablemente nos imaginamos – no sólo con bienes materiales, sino con nuestros hijos, con nuestras vidas, con las amistades, con la salud, con la dicha de vivir en un país libre y lo más importante con la unión de todos nosotros como una sola familia.
La palabra dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).
En la tarde las horas pasaban y aunque todo se estaba preparando pero nada se estaba coordinando.
De momento recibí la orden, ¡vámonos!
Grata sorpresa me llevo cuando llego, parte de la familia no estaba y probablemente no iban, varias situaciones estaban ocurriendo. Los que estaban ya habían cenado cada cual por su parte, como cualquier otro día. No tenía idea de que ibamos tarde.
No me quedó más remedio que servirme tipo Buffé, sentarme y darle las gracias al Señor por aquel abundante plato de comida y que bendijera a los menos afortunados y que en su santa misericordia y gracia que no les faltara nada nunca.
Ya más tarde cuando decidí retirarme y antes de cerrar los ojos le di las gracias por haberme curado de cáncer, por mantener a mi esposa e hijo con salud y por haber hecho lo necesario para que el diagnóstico desconocido apareciera y el procedimiento pudiera empezar.
Señor quise agradecerte por todo en voz alta y en unión, pero no se dio y también fue mi culpa por que lo pude haber hecho aunque fuera yo solo en aquella mesa y no lo hice.
El Señor es muy sabio, Él quería que yo aprendiera una lección de todo esto y la aprendí.
Bendito seas Dios y gracias por lo que nos das todos los días.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario